64 horas de trabajo son bastantes, la
verdad. Cámaras al hombro, mochila a la
espalda y tuppers en la mano Eduardo, Andrés y Alberto se recorren todo madrid. Agujetas en las piernas,
seguratas echandoles de mil sitios, una cámara inmanejable, sus madres preguntando qué hacen llegando a casa a esas horas... Los
tres pobrecicos, que no tienen otro nombre, pululan por ciudad capital de un
lado a otro durante tres días como
perdidos entre tanta luz, tanto ruido, tanta gente y tanto coche.
Solicitudes, solicitudes para solicitar reuniones
que permitan solicitar grabar, aunque sea un planillo. Funcionarios posesos por
el demonio de la burocracia que les miran con cara de pocos amigos al preguntan,
inocentes de ellos, si podrían
permitirles grabar dentro de los edificios.
-
Queríamos preguntar si podríamos
grabar, que queremos hacer un proyecto para la
universidad, un documental sobre arquitectura, Antonio Fernández Alba, y tal…
Pues aquí no se solicita chicos, es en la
otra puerta, yo soy de información, no de procedimientos de solicitud. Que no se por que
me mandan a todo el mundo a mi hoy. Pero bueno, teneis que rellenarme unos
papeles para poder ir allí. A ver ¿Me dejáis los DNIs? Vale, pues con esta
pegatina tenéis que ir a seguridad para dejarles
este papel sellado y que se queden con vuestros DNIs hasta que terminéis de hablar con los que llevan las peticiones de reunión para ver si os conceden la autorización de grabar.
Las opiniones dejan de quedarse para los
adentros y poco a poco los nervios se alteran:
-
Les van a dar por (...) hombre... Para esto no hacemos ningún plano de interiores aquí. Ala vámonos.
Sabiduría divina que van cogiendo poco a poco les permite apañarse mejor cada
día. De las tres interminables jornadas que graban, el primer día lo pasan haciendo la pelota a funcionarios indolentes y
depresivamente anodinos; el segundo lo pasan trotando, como peleles de aqui
para allá y el tercero aprovechando el tiempo
al máximo e incluso tomando una yonquilata en El Retiro bajo el sol y
sobre la hierba suave.
- Oye pues nos ha cundido chavales. No va
mal la cosa.
Los momentos de orgullo por el trabajo hecho
se intercalan con los de dudas por si dará tiempo a a acabar. Todo es impredecible, agradable y desagradable, delicioso,
y naturalmente caótico.
- Tú, tú, tú. Yo tengo que irme a casa, que pierdo el último bus.
- Meu, pues yo no puedo hacerlo ahora, tengo
que ir a lo de las prácticas.
- Puff, pues creo que no podemos ninguno, y
esque encima tenemos en los próximos diez días cinco exámenes, dos exámenes de libros, una conferencia y las reflexiones.
- Y el sonido duplicado, puf, puf, puf... ¿Y el blog?
Aprenden a hacerle un poquillo la pelota al
que hay que hacérsela, consiguen que les cuelen al
Observatorio, al Edificio de las Flores. Acaban hasta escondiéndose de unos soldados para grabar de estrangis. Por Madrid andan y
andan los tres haciendo balances de blancos con las camisetas a falta de un mísero folio, son un espectáculo digno
de ver.
Pero
no todo es cargar con mochilas, trípodes y cámaras. No todo se reduce a ir con prisa a todos los lados y comer andando
o en los trayectos en metro o autobús. Cuando
llegaron a los puestos de edición apenas sabían como alquilar o reservar. Tras unos cuantos ( demasiados) días editanto, los del almacén les
acaban diciendo hasta mañana en vez de adios, aprendiéndose donde están y como se
llaman sus proyectos y levantando la mirada cada día que les veían aparecer
como diciendo 'ya están aquí éstos otra vez'.
No está perfecto, obviamente,
pero tampoco está mal ¿No? Se han quedado devorados pero yo que se, se lo han pasado bastante
bien al final. Se llevan el vídeo en un pen ansiosos
por enseñárselo a todo el mundo, y que les digan, joer que chulo, tal. Al final se
lo han currado los chavales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario